Aquí tienes unos consejos prácticos para evitar la pérdida de apetito y mantener una alimentación saludable cuando las altas temperaturas hacen acto de presencia.
Las altas temperaturas del verano tienden a aumentar nuestra ingesta de líquidos, lo que puede conducir a una sensación engañosa de saciedad. A medida que el calor se intensifica, muchos de nosotros experimentamos una pérdida de apetito y, lamentablemente, caemos en patrones de alimentación poco saludables.
Durante el verano, el cuerpo requiere menos energía, lo que resulta en una demanda reducida de alimentos. A la vez, nuestro estilo de vida cambia: las vacaciones y los cambios en las rutinas nos llevan a consumir alimentos fritos o ricos en azúcares y grasas, como helados o bebidas alcohólicas, que son altos en calorías pero bajos en nutrientes. Este patrón puede resultar en un aumento de peso después del verano y una deficiencia en nutrientes esenciales, lo que podría exacerbar problemas de salud existentes o incluso generar otros nuevos.
Es importante seguir patrones de alimentación saludable incluso durante el verano. Los grupos de mayor riesgo ante el calor, la deshidratación y la nutrición deficiente son los niños, las personas mayores y las embarazadas.
El calor provoca una mayor sudoración, resultando en una pérdida considerable de líquidos. En respuesta, nuestro cerebro nos insta a beber más, lo que llena nuestro estómago y nos da una sensación de saciedad a través de la hormona leptina. Al recibir esta señal, nuestro cerebro interpreta que no necesitamos comer más, y por lo tanto, detiene el impulso de ingesta de alimentos.
Además de los factores biológicos, nuestras rutinas de verano a menudo incluyen más tiempo al aire libre y menos tiempo alrededor de la nevera. Este cambio puede resultar en una ingesta nutricional insuficiente, por lo que es vital mantenernos bien hidratados y mantener cierta regularidad en las comidas. Es importante evitar bebidas azucaradas, alcohol, café o té, a favor de agua y otros líquidos saludables como gazpacho o batidos de frutas naturales.
Te damos algunos consejos prácticos para mantener una alimentación saludable durante el verano:
1. Elije alimentos frescos de temporada: Incluye ensaladas enriquecidas con legumbres, pasta o arroz en tu dieta. Estos alimentos proporcionan tanto energía como proteínas necesarias. Las verduras son fundamentales por su contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes.
2. Prueba sopas frías: Gazpacho o vichyssoise son excelentes opciones que puedes enriquecer con frutos secos y semillas. Puedes complementar estas sopas con pescado a la plancha o pasta.
3. Sustituye los snacks por frutas: En lugar de ceder a la tentación de bebidas alcohólicas frías o helados, opta por frutas veraniegas como la sandía, el melón, los melocotones, las cerezas o las ciruelas. También puedes preparar helados, granizados y batidos caseros saludables.
4. Cuidado con las comidas fuera de casa: Los alimentos fritos y las raciones grandes pueden ser especialmente engañosas cuando comemos fuera.
5. Mantén una rutina de comidas: A pesar del cambio de horarios durante el verano, mantener una regularidad en las horas de comida puede ayudar a gestionar la pérdida de apetito y evitar el consumo de alimentos procesados poco saludables.
Por último, recuerda que las frutas y las verduras son tus mejores aliados durante el verano, ya que aportan una sensación de frescura y están llenas de agua, vitaminas y antioxidantes. Evita las comidas que provocan digestiones pesadas y ten en cuenta que estos consejos son especialmente importantes para los niños, las personas mayores y las embarazadas. ¡Mantén tu alimentación saludable este verano!