El agua es imprescindible para la piel y un aliado fabuloso para su cuidado. No olvides que el líquido elemento se ha convertido en un elemento imprescindible, no sólo para el día a día de tu organismo, sino también para mantenerla limpia y atendida. La piel está formada por un 30% de agua, lo que la convierte en una sustancia esencial para su cuidado, aportándole beneficios como la limpieza, protección, hidratación, etc.
Por ello, os vamos a aportar una serie de consejos para mantenerla saludable por más tiempo:
Una ducha de agua fría ayuda a despertarnos pero también es estimulante para la piel y el espíritu. El efecto inmediato es una vasodilatación superficial para mantener la temperatura y posteriormente una vasoconstricción.
El aporte de agua es esencial para mantener la turgencia y elasticidad de la piel ya que si está deshidratada es menos elástica, es decir, tarda más tiempo en volver a su sitio al estirarla.
Una buena cantidad de agua evita la deshidratación de la piel actuando como barrera natural, ganando tersura y protegiendo contra la aparición de eccemas.
La aplicación externa de agua fría produce un efecto calmante inmediato del picor, disminuye la inflamación de la piel y reduce la rojez. Puede ser de gran ayuda en caso de quemaduras, urticarias, picaduras de insectos o eccemas.
En aquellas zonas donde hay altas temperaturas o en la estación estival, la aplicación de agua evita golpes de calor.
El agua arrastra partículas depositadas sobre la piel y elimina la suciedad que hay depositada en ella.
Los baños con agua termales aportan, dependiendo de su composición, diferentes minerales a la piel y sustancias de acción antiinflamatoria y de utilidad en enfermedades de la piel.